sábado, 15 de agosto de 2015

Escultura y Progreso

Llevo inscrito en el taller de escultura de la Unidad de Vinculación Artística (UVA) ya un tiempo. Al principio fue difícil, la iniciación para el profano en casi cualquier actividad está llena de topes en el camino; desde el desconocimiento casi total de los materiales y las herramientas, así como del proceso creativo del artista. Todo este recorrido es bastante oscuro y se camina a tientas, dudando de cada paso. Pero, como sucede con todo, si uno persiste, en algún momento, —que casi nunca podemos precisar exactamente cuando ocurrió—, algo hace click y somos capaces de crear una familiaridad con el oficio que nos permite comenzar a crear piezas tridimensionales con un poco más de habilidad.
Al final de cada ciclo, la UVA provee de un espacio para que podamos exhibir nuestras piezas. Además, la exposición de fin de ciclo, para ser montada, cuenta con la ayuda de curadores y artistas importantes como Yury Forero, que además imparte el curso, y Ander Azpiri, que además entiendo que colabora con las exposiciones del CCU de manera continua.
Aprovecharé este espacio para poner algunas de mis piezas. Con una breve, quizá, descripción.
La primera que llegó a exhibirse de las mías es la siguiente:

EL PROGRESO:

A partir de las ideas de Walter Benjamin —de donde surge gran parte de mi interés filosófico, como también inspiración para mis imágenes tridimensionales— nació esta pieza como figura alegórica del progreso. Una imagen del progreso que intentara combatir la idea tradicional del progreso que lo considera una mejoría automática, evolución en todo sentido y el cumplimiento de un Telos dado de antemano y prefigurado en la concepción del paraíso o la utopía. 


La alegoría, entonces, tenía que ser un tren, dado que ha sido desde hace mucho tiempo la imagen del progreso y el avance tecnológico. Pero este tren transitaría sobre rieles viejos y oxidados, estaría golpeado, despintado y maltratado; a su alrededor sólo habría desolación y muerte; y se dirigiría directo al abismo… Un progreso que mostrara su no tan radiante cara, que pusiera de relieve los sacrificios y los altos costos que se han pagado para alcanzarlo (contaminación ambiental, trabajo esclavo, abandono de la experiencia, etc.) Subidos en el tren del progreso nos deslumbran sus luces y nos ensordece el movimiento de sus motores. Disfrutando de la travesía, el paisaje se desdibuja, se hace difuso. Nos dejamos arrullar en el vaivén del desplazamiento sin darnos cuenta de quién nos lleva ni hacia dónde, sin reparar en la ruina que sucede afuera, la ruina que vamos dejando atrás. Confiamos en el boleto comprado de antemano sin saber que en lugar del paraíso que promete bien podría llevarnos hacia un abismo.



El tren está hecho de arcilla y los rieles no alcanzaron a entrar al horno por lo que una segunda versión —que no habría sido posible sin la ayuda de don Fernando Ramos fue hecha de madera y metal, quedando aun mejor que la original.
Para el momento de la exhibición, no pude ponerle color, pero éste fue añadido con pintura acrílica una vez retirada de la muestra de fin de ciclo.


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