jueves, 28 de junio de 2012

UN CIERRE DE CAMPAÑA

Ayer miércoles 27 de Junio fue el cierre de campaña de Andrés Manuel López Obrador y dada la situación que vivimos y el peligro inminente en el que nos encontramos -tanto si continúan los años de sangre del PAN, las víctimas de su narcoguerra sin sentido, sin planeación y sin dirección, como también si regresa el PRI y su intolerancia, su represión y su guerra sucia- no podemos sino ansiar un cambio, como dice AMLO: un cambio verdadero.

Mucha gente vio la victoria del PAN en el 2000 con alegría y con esperanza. Los tiempos del PRI habían acabado y una nueva era de democracia y libertad se avecinaba. Todo parecía mucho más verde en el futuro, pero Fox no supo hacer nada más, ni siquiera se preocupó por nada más que ganar la elección. Fox fue el mejor candidato, pues era dicharachero, parecía carismático, era una imagen perfecta del cambio, de la unión de todos contra el PRI, del cambio. Y eso resultó: una imagen, vacía por dentro, total ignorancia adornada con dichos y vacas; verborrea con botas y sombrero. La imagen del cambio fue sólo una ilusión, ese no era verdadero cambio, era sólo otro hombre, otro nombre, pero la situación concreta no era demasiado diferente para la mayoría de ciudadanos, al menos no en otra cosa que no fuera la pena ajena por aquel hombre que sabía tan poco y que, a pesar de ello, hablaba tanto. Pena ajena que poco a poco se convirtió en pena propia, porque ante el mundo se suponía que ese sujeto representaba a México. Pena propia por haber votado por él, por haber dejado que llegara, por haber creído que era posible vivir algo distinto. En otra ocasión será, pensamos. Al menos, sacamos al PRI, y con ello ganamos nuestra democracia.

El 2006 nos dio otro duro golpe a nuestra ilusión de cambio. Resultó que nada había cambiado, que todo era mentira. No había cambiado nada y eso ya todos lo sabíamos, pero Calderón nos mostró que ni siquiera habíamos ganado nuestra democracia. Todo fue un engaño. Lo único que era distinto era el cinismo con el que se trató todo. Todo mundo sabía que era un robo y no les importó, ni siquiera se esforzaron en ocultar nada, aparentemente la libertad de expresión que se consiguió también quería decir que los gobernante tenían la libertad de decir "les robé y les mentí" abiertamente sin consecuencia alguna; las instituciones supuestamente encargadas de garantizar la transparencia y con ello tranquilizar a los ciudadanos, dijeron "no vamos a hacerles caso y háganle cómo quieran" y por ello queremos bonos extraordinarios. ¿En qué podíamos creer? ¿Había esperanza? 

Gran parte de la gente comenzó a actuar como si no hubiera opción. Pensaban que lo habíamos intentado, que experimentamos otra cosa y falló, así que era mejor que regresara el PRI, pues ellos "robaban, pero salpicaban", si todo da lo mismo entonces no tenía sentido votar por alguien más. Muchos otros no creían esto, pero la abrumadora certeza imaginaria del inminente regreso del PRI mantenía a casi todos en la parálisis. Pero, como señaló Paco Ignacio Taibo II, unos estudiantes encendieron la mecha, le mostraron a la gente lo que se tenía que hacer y guiaron a la ciudadanía por ese maravilloso camino de la rebeldía y, con ello, devolvieron la esperanza.


Las expresiones de rechazo al candidato del PRI fueron algo sin precedente, las marchas en su contra fueron multitudinarias y nos enseñaron que quizá no todo estaba perdido, que algo podía hacerse. Que no seríamos engañados de nuevo por la imagen tele-creada, que la esperanza no sería aplastada por sus encuestas manipuladas, por la coronación anticipada que los "analistas" ya han realizado en Peña Nieto.


Este anuncio descarado de la supuesta victoria de un candidato y todo el esfuerzo puesto en la implantación de la victoria de un candidato no es casual. Televisa y el PRI son antiguos amantes que después de algunas aventuras se han vuelto a encontrar y reaniman su tórrido romance, haciendo todo lo posible por mantenerlo oculto. Pero no es secreto, siempre lo supimos, y ahora, gracias a "The Guardian", todo el mundo lo sabe. Matrimonio del político y la artista. Matrimonio del partido y la televisora.  


Y no se trata simplemente de saber la profunda conexión de Peña Nieto con Televisa, sino ser conscientes de lo que el candidato represente, de la memoria pasada de los años del PRI, y de la memoria reciente del gobierno de Peña Nieto.




Esta es la situación que permite un cierre de campaña capaz de juntar a personas de la tercera edad que marchaban desde el Ángel, a gente que venía del interior de la república. A familias enteras que se reunían a escuchar una vez más la propuesta de un proyecto alternativo, a creer una vez más en la posibilidad del cambio, en un mejor futuro.





Es la situación que permite juntar en ese mismo lugar a activistas sin partido, a jóvenes preocupados por la continuación del PRI-AN en el poder, unidos para evitar que continúe el derramamiento de sangre, la represión o como dijo en una marcha el líder de los de Atenco, para "evitar que esa bestia llegue al poder". Unidos por el hartazgo y marchando juntos porque, como se gritaba una y otra vez, "el pueblo se cansa de tanta pinche tranza". 






Para muchos, esa esperanza que se vislumbra está en el candidato que ayer cerró frente a un abarrotado Zócalo de la ciudad de México, para muchos otros está en la organización ciudadana, cuyo primer objetivo es impedir el regreso del PRI y la continuación del PAN, que para el caso son increíblemente similares. Objetivos que ayer coincidieron en un mismo lugar, ante un candidato a la presidencia que repetía justamente que el motor del cambio es la gente, el pueblo. De una u otra forma, eso fue lo que vi ayer: esperanza.